Vivimos en un mundo violento. Aceptar este orden de cosas es
aceptar la violencia. Si uno cree que no tiene otra opción que la
violencia, no importa lo que haga, no podrá cambiar la dirección
de los acontecimientos sociales, de su medio inmediato ni la
dirección de su propia vida, aun cuando lo declame.
Aceptar la violencia no es sólo ejercerla activamente,
también es someterse a ella.
«Únicamente puedes acabar con la violencia en ti y en
los demás y en el mundo que te rodea, por la fe interna y
la meditación interna. No hay falsas puertas para acabar
con la violencia. ¡Este mundo está por estallar y no
hay forma de acabar con la violencia! ¡No busques falsas
puertas!. ... No hay falsas salidas para la violencia en el
mundo...»