
Érase una vez un individuo, de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en
dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo
estepario. Había aprendido mucho de lo que las personas con buen entendimiento
pueden aprender, y era un hombre bastante inteligente. Pero lo que no había aprendido
era una cosa: a estar satisfecho de sí mismo y de su vida. Esto no pudo conseguirlo.
Acaso ello proviniera de que en el fondo de su corazón sabía (o creía saber) en ... Continuar leyendo